viernes, 8 de enero de 2016

¿Los tres cerditos?



Querida amiga mía,

No acostumbro a escribirte si no es estrictamente necesario, y sabes que yo no te molestaría por una nimiedad o un simple sueño. Pero te aseguro, querida, que jamás había presenciado algo así. Tú sabes que yo no soy supersticiosa y que no creo en tonterías, sin embargo, hoy he decidido creer en algo más allá de lo que ven mis ojos, dado que en mis ojos no puedo confiar del todo. Lo entenderás cuando acabes de leer los hechos que relato a continuación.
El día comenzó como otro cualquiera, me levanté con el gallo para tener el desayuno listo y luego salí con John a sellar el heno para el mal tiempo (las tormentas cada vez aumentan más por esta zona). Como John comenzó a sentirse mal, lo mandé a casa a tomarse una manzanilla y yo me quedé terminando, sola. Fue entonces cuando me fijé en una sombra enorme escondida entre los troncos de los nogales (¿sabes cuáles te digo? Aquellos que plantamos hace años, cuando se murió el señor Albert), al principio no le presté más atención, lo tomé por un ciervo; pero, en cuanto se movió, pude ver con claridad que aquello era más grande que un ciervo y tenía colmillos, como lo lees, ¡colmillos! Me quedé inmóvil mientras el animal se acercaba, ¡era un lobo gigante! Te juro que jamás había visto un lobo por aquí, no creía ni que existían especies tan grandes en el país. El monstruo abrió sus fauces, mi corazón latía desbocado pero no podía moverme. Y entonces fue cuando pasó, lo más extraño que he presenciado en mi vida: ¡un lobo soplando! Pero soplando de tal manera que la paja que estaba atando voló por los aires y, antes siquiera de darme cuenta de la situación, mis pies se despegaron del suelo y volé, volé y volé... Aún no consigo entender cómo ha pasado todo. Pero he escuchado en el pueblo que esto mismo les sucedió al pequeño Charlie y a Don Gerónimo, el nuevo alcalde. Así que, como los cimientos de la granja se tambalearon y vamos a tardar unos cuantos meses en reconstruírlos, quería pedirte, querida Olga, si nos acogerías en tu casa de la ciudad por un tiempo. Sé que es complicado y que sois muchos, pero John y yo prometemos ayudar y ofreceros las pocas verduras que han sobrevivido al lobo. (Lobo... aún me cuesta creerlo). Creerás que estoy loca, pero ya verás como le darán caza una vez que salga en todos los periódicos. Lo más inaudito, querida, si lo hubieras visto...
Espero verte muy pronto, los mejores deseos y un abrazo,


Peggy Pork

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