viernes, 23 de diciembre de 2011

Deja que el pasado sea pasado



     


     No es momento de tomar decisiones rápidas.


     Es momento de cometer errores. Momento de subirse al tren equivocado y extraviarse, de cambiar de idea y volver a cambiar porque no hay nada permanente, de arriesgarnos por aquello que queremos, de reír por todo hasta llorar, de disfrutar de cada instante, de saber conservar aquello que no queremos perder, de encontrar el lado bueno de las cosas.


     Es momento de volver a construir aquello que se derrumbó, de aprender que equivocarse es una forma que nos lleva a aprender, de dejar de buscar planes para que se cumplan los sueños que tenías antes de ayer, de romper tus esquemas, de perderte en mil dudas, de no pensar que la vida se para a esperarte, de pensar que todo es posible, de empezar de cero, de tragarte los silencios que quedaron atrás, de no mirar con tristeza al pasado que no volverá, de buscar momentos oportunos, de tratar de alcanzar el cielo manteniendo tus pies sobre el suelo.


     Es momento de escribir tu historia



"The Great American Songbook" Rod Stewart

     La música es una parte esencial de la vida, y cada uno de nosotros la disfruta de manera diferente, con una banda sonora personal. Pero la mayoría tiene un disco o una lista de canciones que no se cansa de escuchar una y otra vez, ya sea por lo que significa o por lo que nos hace sentir. El mío es un disco que grabó Rod Stewart en el 2002, el primero de una serie de discos con grandes canciones de los años 40 y 50 grabadas por él: "The Great American Songbook". No es un disco que haya sonado mucho pero yo lo llevo escuchando desde que salió y me transmite algo que no he sido capaz de encontrar en otro. Las canciones son maravillosas, y muy bien elegidas, y la voz rasgada de Rod Stewart va perfecta para ellas, no es Frank Sinatra pero suena bien. Os dejo las canciones, merecen la pena, mis favoritas son "It had to be you" y "These foolish things" :)

You go to my head

They can't take that away from me

The way you look tonight

It had to be you

That old feeling

These foolish things

The very thought of you

Moonglow

I'll be seeing you

Every time we say goodbye

The nearness of you

For all we know

We'll be together again

That's all


Para más información pulsa aquí

domingo, 18 de diciembre de 2011

Publicidad de los años 40 y 50

     Las décadas de los 40 y 50 no están tan lejos del 2011, tan sólo sesenta años, sin embargo, la sociedad ha cambiado mucho en todos los aspectos. Uno de ellos es la publicidad, dejando de lado que hoy en día el sector publicitario está mucho más avanzado y, por supuesto, mucho más regulado legal y moralmente, la publicidad de  entonces utilizaba una serie de clichés para atraer a los públicos, en su mayoría varoniles puesto que el hombre era quién llevaba el dinero al hogar, y por eso la publicidad, desde un punto de vista actual, era en ocasiones de carácter machista. Os dejo algunos ejemplos de anuncios:










     Otro ejemplo del cambio a través de los años, es la publicidad del tabaco, hoy en día prohibidísima por ley, pero que a mediados del siglo pasado se veía como algo normal, y bueno incluso, puesto que daba un aire de refinamiento y buen gusto. Os dejo lo que he encontrado: 
















     Y, por último, no nos olvidemos de las famosas pin up que caracterizan la moda de aquellos años, y que también trascendería a través de los anuncios:







jueves, 15 de diciembre de 2011

Christmas on TV

     Es Navidad (bueno, casi) y, por lo tanto, las productoras de televisión aprovechan para sacar capítulos de las series más exitosas (o no tanto) relacionadas con las Navidades para adornar las fiestas también desde las pantallas. La cadena Fox no se queda atrás con el nuevo capítulo de Glee (el cual salió a la luz el pasado martes 13). Como me ha gustado tanto, plasmo aquí todas las geniales actuaciones que ha hecho el elenco este año :)
¡Feliz Navidad!


All I want for Christmas is you


Blue Christmas


River


Extraordinary Merry Christmas


Let it snow


My favourite things


Santa Claus is coming to town


Christmas Wrapping


Do they know it's Christmas?



Para ver el capítulo entero pulsa aquí

martes, 13 de diciembre de 2011

Cine I: Pal Joey (1957)



Director: George Sidney
Guión: Dorothy Kingsley
Música: Morris Stoloff
Fotografía: Harold Lipstein





Productora: Columbia Pictures
Premios: 1957: 4 nominaciones al Oscar: Mejor montaje, dirección artística, vestuario y sonido.
Género: Musical
Sinopsis: Joey (Frank Sinatra) es un atractivo cantante muy aficionado a las mujeres -¡Cómo no! Siendo él mismo...- que consigue financiar su local nocturno en San Francisco gracias al “patrocinio” de una acaudalada viuda, Vera Simpson (Rita Hayworth -alucinante en la canción “Zip”-). Vera y Joey parecen estar hechos el uno para el otro, pero la llegada de Linda English (Kim Novak), una encantadora jovencita aspirante a actriz, trastocará su plácida existencia (celos y esas cosas...). Basada en un musical de Broadway, una comedia con grandes canciones que entretiene al estilo de las grandes estrellas de Hollywood de los 40.



Red Hot Mama

I didn't know what time it was

Zip

I could write a book

The lady is a tramp

Bewitched, bothered and bewildered

My funny valentine

Final Medley






Información de Filmaffinity

viernes, 9 de diciembre de 2011

Persona: Hola



Hola:

     Volvemos a encontrarnos... ha pasado demasiado tiempo... demasiadas cosas como para resumirlas en un simple trozo de papel... pero me he tomado la libertad, sin embargo, de escribirte unas líneas aunque sólo sea por lo que significaste, por lo que fuimos una vez hace mucho tiempo...

     Mi vida no ha sido muy especial, no tiene la acción ni la trama necesarias para realizar una novela, ni siquiera un mísero cuento. Ha pasado monótona y rutinaria como una más. De nada me sirvió fantasear con mi futuro, ¿te acuerdas de todos mis planes sobre la academia de teatro y mi carrera prometedora? De toda esa gran vida sólo me queda el recuerdo de lo que pudo ser y no fue: una gran mentira. Tanto esfuerzo para acabar sirviendo, como quien dice, en un bar de copas.

     Precisamente en un bar de copas no, pero algo parecido. Después de estudiar la carrera de psicoterapia- no la de filología inglesa, como has podido comprobar- me puse a trabajar como ayudante en una clínica. Pronto me aburrí de todo eso: personas entrando y saliendo sin hacer nada, apuntando y revisando ficheros de los pobres locos que venían a las terapias y contando ovejitas para dormirme y así tener algo que hacer. Total que, harta ya de ese ambiente y de las personas ambiguas con las que trabajaba, me fui con el propósito de llegar a ser algo más, con la esperanza- que por aquel tiempo seguía teniendo- de que los vientos me fueran favorables.

     Durante unos años neutros vagabundeé por ahí en busca de un trabajo que mereciera la pena: fui secretaría, profesora particular de inglés y hasta camarera en una pizzería italiana. Después, mi prima, a la que no había visto desde que empecé la carrera, me ofreció un trabajo: resulta que ella tenía un amigo que trabajaba en una de las clínicas más prestigiosas del país, le habló de mí y mis dotes para entender a la gente, así que decidieron hacerme una entrevista, y desde entonces trabajo allí. No me va mal, pero tampoco es lo que yo me esperaba.

     De vez en cuando veía las películas clásicas- Casablanca, Titanic, El paciente inglés, etc.- y me acordaba de aquellas tardes de invierno apoyada en tu hombro y rodeada por tus brazos, atentos a la pantalla que nos hacía reír y llorar. Significaste mucho para mí y no podía evitar sentirme sola, te añoraba más que en toda mi vida. Intenté salir con otra gente, enamorarme otra vez... pero todo fue en vano. No podía dejar de pensar en tí, el primero. Sobre todo por las noches mi soledad se hacía insoportable, aunque hubiera otra persona a mi lado. Pero supongo que debía acabar así, ¿no? Nada es para siempre, me dijo alguien una vez y ahora reconozco que es verdad: ni los sueños, ni el amor, ni la familia... nada.

     La vida pasa y hay que disfrutarla o hacer que otros la disfruten, mi destino es lo segundo ya que nunca podré disfrutar de verdad aquello que me parece más una obligación que un don. Por eso una sonrisa nunca viene mal aunque estés en la peor situación, al menos sirve pera esperanzar a los que aún les queda un atisbo de lucidez para que no se conviertan en autómatas, como los otros, como yo. Pues es eso lo que somos: simples máquinas.

     Soy consciente de lo deprimente de mi discurso, pero quiero que sepas que no lo hago para crearte ningún mal, sólo para decirte qué fue de mí, quién soy ahora y dónde me quedaré hasta el final de mis días. Hace tiempo que no siento ningún rencor hacia tí, hace tiempo que la tristeza y la soledad son mis mejores amigas, mis más leales compañeras. He aprendido a convivir con mis errores y ahora sólo te deseo lo mejor, lo que yo nunca tuve ni tendré: felicidad y amor. 

Maldición




     Maldición. Estaba totalmente a oscuras. Las gruesas cortinas de la ventana estaban corridas y no dejaban pasar la más mínima luz. Ni siquiera podía ver la mano que tenía ante su rostro. No importaba. No necesitaba la luz. La había visto. Ahora la sentiría.
Terminó de desvestirse hasta quedarse desnudo en la oscura habitación. Se dirigió a la cama y encontró la apertura de los cortinajes. Con cuidado, se deslizó entre las sábanas.

     Ella se movió ligeramente y emitió un leve sonido, pero no se despertó. Él acercó su cuerpo al de ella, apretó su pecho contra su espalda cubierta de seda, y la cubrió con sus brazos.

     Durante unos instantes, sólo la abrazó. Por fin. Todo lo que había deseado, a pesar de que nunca se había dado cuenta (o no lo había admitido), estaba entre sus brazos. Se sentía increíblemente bien. Dejó que el amor y el deseo lo envolvieran.

    Olía deliciosamente bien. Era un aroma que siempre había asociado a ella, floral y especiado. Lo llevaba a menudo y su aroma perduraba en el mobiliario, cortinas y alfombra de su sala de estar. Si fuera ciego, seguiría sabiendo cuando entraba en una habitación por aquella inconfundible fragancia. Nardos. Eso era. Siempre olía a nardos, pero nunca había estado lo suficientemente cerca como para inhalar ese aroma por completo. Era embriagador. Echó su cabello a un lado y puso su boca en la nuca de ella. Sabía tan bien como olía.

      Ella comenzó a despertarse lentamente tras sentir unos labios en su nuca. Tan suaves. Tan cálidos. Y, de repente, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y se despertó por completo sobresaltada.

-¡Oh!

Por fin había llegado.

-Soy yo -le dijo con dulzura y en voz baja mientras se acurrucaba contra ella.

-Sí. -Ella volvió el rostro hacia él, pero no podía ver nada en la oscuridad. Alargó los brazos y le tocó la cabeza mientras él le mordisqueaba el cuello. Su pelo era grueso y abundante. Recorrió con los dedos su cabello mientras él hacía magia con sus labios.

-¿Estás molesta? -le susurró. Su aliento le hizo cosquillas en la oreja-. ¿Enfadada?
Había estado ambas cosas cuando no había aparecido tras varias horas, a pesar de que sabía que no era su culpa. Pero nada de eso importaba en aquel momento. Estaba allí y, oh Dios santo, la estaba amando y era tan maravilloso.

-No -le respondió-. No estoy molesta.

-Oh, gracias a Dios -murmuró contra su cuello -. Gracias a Dios.

     Ella emitió un leve gemido cuando sus labios tomaron su oreja y arqueó el cuello para que llegara mejor. Pensó que no estaba para nada nerviosa. Estaba dejando que las cosas sucedieran y era algo espléndido.

     Todo lo que tenía que hacer era relajarse y disfrutar. Como se había quedado profundamente dormida, no había tenido tiempo para ponerse nerviosa o angustiarse. Al contrario, se sentía lánguida y sensual y... sexual. Jamás se había sentido más relajada. Casi se alegraba de que hubiese tardado tanto que se hubiese quedado dormida.

     Sus labios dejaron besos suaves como mariposas en su mandíbula y mejillas, y ella volvió la cabeza para poder alcanzar su boca. Con un rápido movimiento, él la giró para poder estar frente a frente. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba desnudo. Extendió la mano para tocarlo.

-Mi amor -emitió un pequeño gemido y cubrió la boca de ella con la de él.

     Ese beso no se parecía en nada a sus otros besos. Se había reservado lo mejor para ese momento, para amarla. Sus labios se movieron contra los de ella, saboreándola, provocándola, explorándola. Recorrió con su lengua la unión de sus labios y ella los abrió para dejarlo entrar. Un nuevo tipo de placer se reveló en su interior cuando él condujo la lengua dentro de su boca y comenzó a acariciar la suya.

     Acarició su pelo con una mano, recorriéndolo con los dedos. Ella entrelazó sus brazos, sintiendo su piel y músculos, acercándolo más contra sí. Y de repente el beso se tornó tórrido y urgente, casi doloroso de tanta intensidad. Oleadas de sensaciones se disparaban en su interior. Y deseaba más.

     Él movió una mano hacia su cintura y fue deslizándose por la seda de su camisón hasta llegar a la caja torácica y cogerle un pecho. Su pulgar comenzó a formar círculos en su pezón y todo su cuerpo se estremeció. Su boca abandonó la de ella y trazó un rastro de húmedos besos por la barbilla y garganta, y por el cuello y el corpiño de su camisón. La besó por encima de la seda, bajando cada vez más. Y entonces se llevó su pecho a la boca.

     Ella gritó y su cuerpo se retorció. Todavía no habían consumado el acto y ya había sentido sensaciones más poderosas de las que jamás había sentido. Nadie jamás la había besado así.

-Te deseo -le susurró él-. Te deseo tanto.

     Bajó la mano hasta encontrar el dobladillo de su camisón y fue subiéndolo; por los muslos, las caderas, la cintura, y por encima de sus pechos. Finalmente, ella levantó los brazos y él se lo quitó. Se quedó desnuda. Jamás había estado antes desnuda delante de un chico. Era... excitante.

     Él la exploró en la oscuridad con sus manos, con unos suaves dedos que la acariciaban y prendían fuegos de erotismo y pasión aquí, allí y en todas partes. Era como si estuviera intentando ver a través de sus manos, intentando descubrir cómo era su cuerpo. Ella se sintió infundida de valor para hacer lo mismo. Recorrió con las manos su pecho. Descubrió sitios más suaves por los costados y por el tórax, sitios donde la piel era tan suave como la de un bebé.

     Deseó que no estuviera tan oscuro porque le habría gustado poder verlo, ver su piel y sus músculos firmes. Pero los cortinajes corridos de la cama creaban una oscuridad impenetrable.

     Ella apretó sus labios contra el pecho de él, inhalando el masculino aroma a almizcle con un ligero toque de berrón que desprendía. Lamió con la lengua sus pezones, y obtuvo un jadeo como respuesta, mientras sus manos exploraban los firmes músculos de alrededor. Sus manos fueron bajando, siguiendo la línea de vello que recorría su abdomen hasta su ombligo, donde el vello se hacía más espeso. Su mano bajó todavía más y él gimió. La rodeó con sus brazos y la estrechó contra sí.

-Mi amor -susurró y la besó de nuevo.

     La combinación de su boca en la de él mientras le rozaba el torso con sus pechos desnudos le provocaba una sensación de lo más extraordinaria. La suave piel de ella contra el torso de él (femenino frente a masculino, dureza frente a suavidad) despertaba sensaciones potentes y provocativas. Se rozó contra él como si de un gato se tratara y acarició su espalda y hombros con impaciente deseo.

     Si no sucedía nada más, sería suficiente. Ya había experimentado más placer del que jamás había conocido; su cuerpo jamás había estado tan vivo. Si no hubiese nada más, estaría más que satisfecha.

Pero quería más. Quería todo.

     Él la colocó boca arriba y se puso encima de ella. El final estaba cerca. Los increíblemente maravillosos preliminares ya casi habían terminado y el acto principal iba a comenzar.

Pero estaba equivocada.

     La besó de nuevo durante largo tiempo, apasionadamente, mientras le acariciaba primero uno de sus perfectos pechos y a continuación el otro. Ella se estremeció con cada caricia y él sintó su necesidad. Su boca abandonó la de ella y, trazando el camino con la lengua, llegó hasta la suave curva superior de su pecho para, a continuación, seguir bajando. Finalmente, inevitablemente, cogió el pezón con su boca y lo acarició con su lengua. Su grito de placer fue una de las cosas más dulces y deliciosas que él jamás había escuchado. Aquella chica, que nunca antes había conocido el placer físico, se retorcía de deseo. Lo había hecho por ella y estaba feliz por ello.

     Rodeó su pezón con la lengua y después exploró la parte inferior de su pecho. Le rindió el mismo homenaje al otro pecho y después fue deslizándose por su cuerpo mientras iba dejando besos a lo largo de su abdomen y ombligo.

     Se detuvo para considerar si debería ir más allá. Podría asustarse. Pero ella había dicho que quería experimentar el placer pleno de la intimidad física. Sólo una vez. Dado que sólo podía ser esa vez, se lo daría todo.

Pero aún no. Iría despacio.

     Se movió encima de ella y la besó de nuevo. Embelesó su boca con besos salvajes y hambrientos mientras su mano acariciaba la delicada curva de su cadera y su largo y elegante muslo. Distrayéndola con la lengua, fue deslizando su mano por la cara interior del muslo hasta llegar a su sexo. Notó cómo se ponía tensa, pero siguió besándola y dejó que su mano descansara sobre ella durante unos instantes. Después, muy lentamente, sus dedos separaron sus muslos y comenzó a acariciar la parte íntima de su sexo. Contuvo el grito sofocado de ella y siguió tocándola. Ya estaba húmeda de deseo cuando él introdujo un dedo dentro de ella.
Ella gimió y apartó la boca de él.

-¡Oh, Dios mío! -gritó-. ¡Oh, sí!

     Él volvió a besarla y a darle placer con la lengua mientras seguía moviendo su dedo dentro de ella. Finalmente lo sacó y comenzo a acariciar suavemente con la yema de su húmedo dedo el punto que sabía le proporcionaría el mayor placer. Ella gimió dentro de su boca y él siguió tocándola. Levantó las caderas y se abrió para él. Estaba lista.

     Él abandonó su boca y volvió a deslizarse por su cuerpo, besando, lamiendo y mordiendo cada centímetro de su piel mientras su dedo continuaba con su concentrado movimiento.

     Besó su vientre, y luego fue bajando y bajando hasta que su boca sustituyó a su dedo y su lengua hizo que ella se estremeciese. Lanzó un grito casi doloroso. Creyó que iba a morir. Jamás había sentido algo así en su vida. La sensación, de tan intensa, era casi insoportable. Todo se centraba en ese punto, el lugar que jamás había soñado que pudiera ser tocado por los labios y lengua de un chico. Resultaba un poco embarazoso, pero no le importaba. No podía pensar. Sólo podía sentir. Cada músculo de su ser se tensó cuando su cuerpo se arqueó y retorció. Estiró y movió las caderas como respuesta indecente a las caricias de su lengua. El placer fue incrementándose, la tensión fue creciendo más y más, hasta que sintió un estruendo en sus oídos y creyó que iba a explotar.

     Y, de repente, ocurrió. Una pura explosión de sensaciones sacudió su cuerpo y gritó de asombro. Se sintió transportada por una ola de intensa pasión que envolvió cada centímetro de su cuerpo.

     Él saboreó el increíble estremecimiento de su clímax. El primero. Ningún otro le había dado eso. Le llenó de emoción saber que era el primero, y una renovada pasión rodó por él. Cuando su estremecimiento hubo remitido, él se colocó encima de ella y le abrió las piernas con ayuda de sus rodillas. Apretó su erección contra la entrada aún pulsante de su sexo. Ella levantó las caderas para recibirlo y entró dentro de ella.
Lanzó un gemido que acabó en un suspiro contenido una vez él estuvo dentro. Él dejó que el cuerpo de ella se ajustara, se relajara y lo aceptara por completo y luego se irguió en su interior. Una sensación enorme de bienestar, de calidez, lo envolvió. Se sentía casi abrumado por la intensidad del momento; su primera vez dentro de ella, por fin.
Sus caderas se movieron bajo él.

-No pares -dijo-. Ámame. Porfavor, ámame.
Él colocó su boca al lado de su oído.

-Te amo. Y siempre te amaré.- Ya no podía seguir negándolo. Ahora que estaba en sus brazos, sabía que la amaba. Siempre la había amado.

     Comenzó a moverse dentro de ella, empujando y moviéndose con suavidad al principio. Quería que alcanzara el clímax de nuevo, así que retardó el suyo en un exquisito tormento. Se tomó su tiempo y la llevó a diferentes grados de excitación. Ella levantó las piernas para sentirlo más dentro. Se entrelazó en su cuerpo, intentando que cada centímetro de su piel estuviera en contacto con él.

     Cuando sintió que la tensión volvía a crecer en ella y sus gemidos se convirtieron en breves jadeos, fue incrementando el ritmo hasta que sintió sus músculos atenazarlo en un puño. Solo cuando sintió cómo se tensaba y retorcía, y cuando apretó su rostro contra su hombro para reprimir sus gritos, él se permitió por fin dejarse llevar. Hundió el rostro en sus suaves cabellos y le regaló todo su amor.

      El cuerpo de ella siguió temblando con los recuerdos de aquellas sensaciones nuevas que le habían hecho estremecer. Cada poro de su ser desprendía el éxtasis del momento vivido. Sentía ese cosquilleo hasta en el cuero cabelludo.

     No podía creer lo que había ocurrido. Dos veces había logrado llevarle hasta ese estado. Y, santo Dios, era increíble. Cómo deseaba poder verlo, poder mirarlo a los ojos y ver si en ellos había la misma mirada que sentía que los suyos poseían.
Sentía su peso encima de ella, pero era una sensación agradable. Y dentro, donde aún seguía unido a ella, podía sentirlo latir mientras su cuerpo se recuperaba de los poderosos clímax que lo habían sacudido. Un instante después, cuando su cuerpo y mente se hubieron calmado, un intenso letargo se apoderó de ella.

-Mi vida.

    La besó de una forma tan dulce que casi la hizo llorar. Salió de ella y se acurrucó a su lado. Tiró de la ropa de cama para cubrirlos. Ella apoyó la cabeza en su hombro y él la rodeó con un brazo. No podía recordar un sentimiento de felicidad tal.

Había sido la noche más maravillosa de su vida.

     Era algo extraordinario lo que le había dado. Él nunca sabría cuán extraordinario. Independientemente de lo que ocurriera tras esa noche, siempre lo recordaría como aquel que le había enseñado lo que era el placer físico, aquel que le había dado algo que jamás antes había experimentado.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Te odio


Te odio.
Odio cómo bailas.
Odio la forma en que te ríes de todo.
Odio tus intentos de llamar la atención.
Odio tus camisetas cutres y tus chaquetas.
Odio la forma en que intentas sacarme de quicio y cuando te metes conmigo.
Odio cuando escribes en el ordenador, cuando hablas en clase y cuando me ignoras.
Odio que me mires, que me hagas sentir incómoda.
Odio cuando te cortas el pelo, y también cuando lo tienes largo.
Odio tu sonrisa cuando sabes lo que estoy pensando.
Odio tu manía de llevarme la contraria en todo.
Odio que me recuerdes a todas las canciones que me gustan.
Odio que nunca hables en serio.
Te odio cuando llegas tarde, y también cuando te adelantas.
Odio lo que me haces sentir cuando me tocas sin querer.
Odio cuando tocas la guitarra y cuando cantas.
Te odio cuando te disfrazas, y cuando no lo haces.
Odio cómo posas en las fotos.
Odio que te acuerdes de las fechas importantes.
Odio que me hagas llorar.
Odio que te guste el cine y que ya no quieras ver películas conmigo.
Odio haber sido importante para ti.
Odio que no toques el saxofón y que no seas irlandés.
Odio tener que verte y escucharte todos los días.
Odio cuando no me escribes mensajes.
Odio tener que ser tu amiga.
Odio que estes pensando en otra y que ya no lo hagas en mí.
Odio cómo me haces sentir.
Odio sonreir cuando te veo.
Odio tener que esperarte.
Odio cómo has cambiado y que yo ya pertenezca a tu pasado.
Odio recordarte a ti y todos los momentos contigo.
Odio pensar en ti.
Odio que tengas que ser tú.
Odio que me hagas ser mejor persona.
Odio echarte de menos.
Te odio cuando no me besas, cuando no me abrazas y también cuando no me dices que estoy guapa.
Odio que me rompas el corazón.
Y, sobre todo odio quererte, porque no puedo evitar hacerlo. Odio tener que odiarte y no poder decirte lo mucho que te necesito, que sin ti estoy incompleta y que te echo de menos.