viernes, 8 de enero de 2016

La representación de la violencia en el cine (2012)

Desde los inicios del cine, se ha tenido en cuenta el conflicto de las representaciones en pantalla: ¿se debe mostrar explícitamente o sólo “dar a entender”? Esta discusión ha dado lugar a millones de opiniones que, a grandes rasgos, se pueden englobar en dos principales: a favor de lo explícito y a favor de lo implícito; y no sólo en la cuestión de la violencia, sino también en los aspectos sexuales, raciales o religiosos, entre otros.

Durante todo el desarrollo de la industria cinematográfica, se han obtenido ejemplos claros de varias formas de representación de la violencia, así es como nos lo muestran los siguientes ejemplos:

En el fragmento de la película El terror del hampa, se muestra la violencia simbólica; este tipo es una violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas. No es ejercida directamente mediante la fuerza física, si no que se manifiesta a través de la imposición de unos sujetos dominantes debido a sus roles o posiciones claramente diferenciadas con respecto a los demás. En la escena aparece un grupo de hombres saliendo de un coche a los cuales otro hombre, identificado como el cabecilla del grupo- el sujeto dominante- da unas órdenes a cada uno (“ve por detrás y sube por la grada”, “por el lateral. Quizá tenga amigos”, “al callejón, si va allí ya sabes lo que tienes que hacer”, “deja el motor en marcha y trae el regalo”), tras el aviso de que un policía ha dejado su puesto. De una manera simbólica, como dice el mismo tipo, se encubre una operación violenta: obviamente “el regalo” no es un presente, ni las intenciones del que se queda en el callejón son buenas; de ese modo se muestra a los espectadores una intención violenta, pero no descrita ni mostrada.

En la misma rama, en los fragmentos de la película Centauros del desierto, se nos muestra la violencia elíptica; esta es, la que no muestra, sino que sugiere. Muy parecida a la simbólica que vimos en el párrafo anterior, sólo que la anterior es pronunciada por un líder, que se encarga de todo y lo supervisa, en la elíptica no tiene porqué haber un sujeto dominante, basta con grabar una escena sugiriendo violencia, como en la que se ve la cabaña de la familia del protagonista ardiendo: eso sugiere que ha habido un acto de violencia premeditado, con el fin de molestar al “tío Ethan”. Pero, sin embargo, ese acto, el proceso de incendiar la casa, no se muestra, sólo se filma la cabaña ardiendo.

Por el lado opuesto, tenemos el ejemplo de El cazador, que ya nos lleva a profundizar en la violencia explícita, la que produce más rechazo en las masas. La violencia explícita es aquella que nos muestra las escenas, no sólo el resultado o las operaciones encubiertas, sino el proceso de las mismas, algunas con todo lujo de detalles, y otras menos escabrosas. En los fragmentos analizados descubrimos muestras claras de ello: en la primera escena, el ciervo muerto que llevan en la parte delantera del coche, y al que exhiben sin una pizca de pudor ;o en el segundo, en el que se muestra cómo unos asiáticos armados hasta los dientes maltratan a unos soldados bajo la mirada de sus compañeros que asisten impunes a la escena, y ya la última escena, en la que después de tan taimados actos de violencia, uno de los soldados aparece como en trance: “está en un sueño”.

Y por último, la violencia fabulada, como se muestra en La vida es bella. Este tipo de violencia es, quizá, el más inofensivo (dentro de lo que cabe) pero, a la vez, el que más daño puede hacer: es una violencia irónica, como criticándose a sí misma. En el ejemplo de la película se ve claramente lo descrito: el hombre está cargando con un yunque muy pesado en unas condiciones pésimas para trabajar (“¡debe de haber 10.000 grados aquí!”), pero, a pesar de lo horrible de la situación, se las arregla para introducir un elemento cómico (sus movimientos o su conversación con el compañero: “les diré que no puedo, ¿qué me pueden hacer?” “te matarán”). Es como una violencia de cuento, que no se muestra tan cruda y real como la explícita.


Entonces, ¿es mejor una violencia explícita, real? ¿O es mejor no mostrarla y sólo sugerirla? Yo digo: ¿por qué tienen que ser excluyentes? Ambas opciones son respetables, y por ello no se puede menospreciar una de ellas utilizando la ética o criterios sobre la moral, la violencia explícita termina donde acaba la imagen, en cambio la implícita deja terreno abierto a nuestra imaginación permitiéndonos crear imágenes peores incluso que las mostradas, llegando así a la ultraviolencia. Por otro lado, creo que tener que elegir entre una de las posturas es muy complicado, es como elegir entre el blanco y el negro sin tener en cuenta que entre ambos hay una gama de colores grises. ¿Cuál es el límite de la representación violenta? Creo que en este terreno entra en juego la maestría del director para saber hasta dónde mostrar y qué sugerir, teniendo en cuenta el público al que va dirigido y el resultado que se busca porque, ¿qué sería, por ejemplo, de la película Psicosis si en la escena de la ducha se mostrara cada cuchillada, cada herida hasta la muerte? O, por el contrario, ¿qué pasaría con las películas de Tarantino si no incluyera sus famosas escenas de violencia? ¿Seguirían siendo consideradas obras maestras? ¿Se seguirían recordando esas escenas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario