Desde
los inicios del cine, se ha tenido en cuenta el conflicto de las
representaciones en pantalla: ¿se debe mostrar explícitamente o
sólo “dar a entender”? Esta discusión ha dado lugar a millones
de opiniones que, a grandes rasgos, se pueden englobar en dos
principales: a favor de lo explícito y a favor de lo implícito; y
no sólo en la cuestión de la violencia, sino también en los
aspectos sexuales, raciales o religiosos, entre otros.
Durante
todo el desarrollo de la industria cinematográfica, se han obtenido
ejemplos claros de varias formas de representación de la violencia,
así es como nos lo muestran los siguientes ejemplos:
En
el fragmento de la película El terror del hampa, se muestra
la violencia simbólica; este tipo es una violencia amortiguada,
insensible e invisible para sus propias víctimas. No es ejercida
directamente mediante la fuerza física, si no que se manifiesta a
través de la imposición de unos sujetos dominantes debido a sus
roles o posiciones claramente diferenciadas con respecto a los demás.
En la escena aparece un grupo de hombres saliendo de un coche a los
cuales otro hombre, identificado como el cabecilla del grupo- el
sujeto dominante- da unas órdenes a cada uno (“ve por detrás y
sube por la grada”, “por el lateral. Quizá tenga amigos”, “al
callejón, si va allí ya sabes lo que tienes que hacer”, “deja
el motor en marcha y trae el regalo”), tras el aviso de que un
policía ha dejado su puesto. De una manera simbólica, como dice el
mismo tipo, se encubre una operación violenta: obviamente “el
regalo” no es un presente, ni las intenciones del que se queda en
el callejón son buenas; de ese modo se muestra a los espectadores
una intención violenta, pero no descrita ni mostrada.
En
la misma rama, en los fragmentos de la película Centauros del
desierto, se nos muestra la violencia elíptica; esta es, la que
no muestra, sino que sugiere. Muy parecida a la simbólica que vimos
en el párrafo anterior, sólo que la anterior es pronunciada por un
líder, que se encarga de todo y lo supervisa, en la elíptica no
tiene porqué haber un sujeto dominante, basta con grabar una escena
sugiriendo violencia, como en la que se ve la cabaña de la familia
del protagonista ardiendo: eso sugiere que ha habido un acto de
violencia premeditado, con el fin de molestar al “tío Ethan”.
Pero, sin embargo, ese acto, el proceso de incendiar la casa, no se
muestra, sólo se filma la cabaña ardiendo.
Por
el lado opuesto, tenemos el ejemplo de El cazador, que ya nos
lleva a profundizar en la violencia explícita, la que produce más
rechazo en las masas. La violencia explícita es aquella que nos
muestra las escenas, no sólo el resultado o las operaciones
encubiertas, sino el proceso de las mismas, algunas con todo lujo de
detalles, y otras menos escabrosas. En los fragmentos analizados
descubrimos muestras claras de ello: en la primera escena, el ciervo
muerto que llevan en la parte delantera del coche, y al que exhiben
sin una pizca de pudor ;o en el segundo, en el que se muestra cómo
unos asiáticos armados hasta los dientes maltratan a unos soldados
bajo la mirada de sus compañeros que asisten impunes a la escena, y
ya la última escena, en la que después de tan taimados actos de
violencia, uno de los soldados aparece como en trance: “está en un
sueño”.
Y
por último, la violencia fabulada, como se muestra en La vida es
bella. Este tipo de violencia es, quizá, el más inofensivo
(dentro de lo que cabe) pero, a la vez, el que más daño puede
hacer: es una violencia irónica, como criticándose a sí misma. En
el ejemplo de la película se ve claramente lo descrito: el hombre
está cargando con un yunque muy pesado en unas condiciones pésimas
para trabajar (“¡debe de haber 10.000 grados aquí!”), pero, a
pesar de lo horrible de la situación, se las arregla para introducir
un elemento cómico (sus movimientos o su conversación con el
compañero: “les diré que no puedo, ¿qué me pueden hacer?” “te
matarán”). Es como una violencia de cuento, que no se muestra tan
cruda y real como la explícita.
Entonces,
¿es mejor una violencia explícita, real? ¿O es mejor no mostrarla
y sólo sugerirla? Yo digo: ¿por qué tienen que ser excluyentes?
Ambas opciones son respetables, y por ello no se puede menospreciar
una de ellas utilizando la ética o criterios sobre la moral, la
violencia explícita termina donde acaba la imagen, en cambio la
implícita deja terreno abierto a nuestra imaginación permitiéndonos
crear imágenes peores incluso que las mostradas, llegando así a la
ultraviolencia. Por otro lado, creo que tener que elegir entre una de
las posturas es muy complicado, es como elegir entre el blanco y el
negro sin tener en cuenta que entre ambos hay una gama de colores
grises. ¿Cuál es el límite de la representación violenta? Creo
que en este terreno entra en juego la maestría del director para
saber hasta dónde mostrar y qué sugerir, teniendo en cuenta el
público al que va dirigido y el resultado que se busca porque, ¿qué
sería, por ejemplo, de la película Psicosis si en la escena
de la ducha se mostrara cada cuchillada, cada herida hasta la muerte?
O, por el contrario, ¿qué pasaría con las películas de Tarantino
si no incluyera sus famosas escenas de violencia? ¿Seguirían siendo
consideradas obras maestras? ¿Se seguirían recordando esas escenas?
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