martes, 7 de junio de 2016

Los Pensamientos


 Hoy me ha venido a la cabeza un pensamiento... ¿Tú te acuerdas de cosas que pensaste en un momento concreto, pero no especialmente particular? Yo recuerdo, hace ya muchos años en plena época de exámenes e invierno, estar estudiando en mi cuarto y tener las cortinas abiertas para ver cómo llovía a mares. Observar el mar embravecido y a los pequeños barcos pesqueros moviéndose ante el embate de las olas. Recuerdo acercar mi silla al balcón, ver cómo cientos de pequeñas gotas caían desde la barandilla al suelo y pensar: cuando pasen muchos, muchos años, ¿seguiré acordándome de este momento y de este pensamiento? 

 Lo mismo me pasó un día en el coche con mis padres y mi hermana, lloviendo a lo loco -como sólo en Galicia puede llover-, y con un camión adelantándonos. Todavía tengo la imagen de la parte de atrás del camión y gotas de lluvia iluminándose antes las luces traseras amarillas, grabada en mi memoria. Curiosamente, siempre me sucede con lluvia.

 Estaba pensando en esas imágenes -la lluvia tiene algo maravilloso y mágico que es imposible explicar- y he empezado a darle vueltas a todos esos pensamientos y momentos de soledad que has tenido tú en toda tu vida, que me consta, son muchos. Y en lo que me habría encantado estar ahí de alguna forma para compartirlos; y luego he llegado a la conclusión de que lo que me gusta de ti, una de las muchas cosas, es precisamente todo eso que no sé, que has vivido antes de que yo entrara en tu vida. Porque eso te define, te hace ser una persona independiente a mí y, a la vez, misterioso e insondable.

 Jamás llegaré a saber todo lo que has pensado pero, probablemente, alguna vez pensaste en mí, sin saber que era yo. Esas noches, que seguro has tenido, en las que te metes en la cama, miras al techo medio iluminado por las luces de la ciudad, y te preguntas: ¿qué estará haciendo ahora la persona con la que voy a compartir mi vida? Quién sabe, quizás, en alguna de esas noches, en ese preciso instante... Yo pensaba lo mismo: en ti, sin saberlo.

viernes, 26 de febrero de 2016

¿Comerse el coco o no?




Hola gente,

Escribo porque no se me ocurre otra cosa que hacer. Creo que sigo siendo un poco tonta. ¿Conocéis esa sensación de tener 23 años y sentirte como si fueras tu yo de 15? Algo así como nunca haber madurado. Y madurar es esencial. ESENCIAL, ¿entendéis? Sobre todo para librarte de cometer los mismos errores una y otra vez, esos que conoces, que sabes que son tu punto débil. Lo sabes. LO SABES. Pero nada, que ni tu madre, ni dos carreras, ni tu supuesta "madurez" te los quita de encima.

Y es que pensaba, de verdad que sí, que ya era cosa del pasado. Habíamos arreglado nuestras mierdas y, ¡ala! A continuar con nuestras vidas. Yo me voy de nuevo, Comienzo en otro sitio: un novio, una meta y una casa. Pero eso no es suficiente para alejar todo lo que he sido. No hasta que me de cuenta al fin de que si no acepto todo, no podré ser yo. No sé si me seguís, pero el mundo ya es bastante complicado como para seguir pensando en tus antiguas ralladuras de coco.

 En realidad no. Mentira. Borrad lo anterior: no es complicado, para nada. Las cosas son siempre tan sencillas... Todo consiste en saber hablar alto y claro, directamente. Sin tapujos, como te salga. Y si funciona, genial; si no, a otra cosa, mariposa. Que hay mucho que andar, muchas aventuras que vivir.

Pero con él no puedo ser clara ni directa. Porque no sé serlo, no sé explicarme ni a mí misma lo que pasa. Pongámonos en situación: una bonita historia de amor adolescente. "¡Oh. qué típico!", diréis algunos; y otros comentaréis algo así como: "Pensé que sería algo más profundo". Otros simplemente dejaréis de leer. PUES NO, SEÑORES. No es una historia de amor esto de lo que hablo, es una historia de una persona que creía ser lo suficientemente madura como para poder llevar su vida a buen recaudo sin hacer daño a los demás y, ya de paso, sin hacerse daño a ella misma.

 Mejor cambiemos el sentido. Y el orden: hacerse feliz y, ¿por qué no? A los demás.

Pero resulta que cuando te explotan de nuevo los errores en la cara.... Empezaré por el principio, como debe hacerse. Hablo de esa pareja adolescente porque es esencial (como madurar) para comprender los últimos acontecimientos en mi vida:

1. Chica de 17 años que deja a su novio por otro Chico de 17 años con el que suele hablar. Todo normal, ¿no? La historia de todos.

2. Chica de 17 años que se encapricha del amigo del Chico de 17 años y deja a éste fuera del grupo. Sin quererlo eh, un daño colateral. Injusto, ¿verdad? Ya.

3. Chica de 18 años se va a otra ciudad y conoce a otras personas, se convierte ella misma en otra. Vive intensamente. Se gusta.

4. Chico de 18 años se va a otra ciudad. [Faltan datos].

5. Chica de 19 años se encuentra con Chico de 19.

6. Chica de 20, 21 y 22 años vive su vida, exactamente igual que Chico de 20, 21 y 22 años vive la suya.

7. Chica de 23 años vuelve a encontrarse con Chico de 23.


Esto es el resumen, amigos. Muy esquemático, ¿verdad? Pero no pienso disertar sobre cada episodio y sus respectivas dudas y sentimientos que, al fin y al cabo, los conocemos. Quien no lo haga que levante la mano. Están escritos en todas las historias. Universalidad, ¿me siguen?

Esto va más allá de ello, ya dejé claro que NO ES UNA HISTORIA DE AMOR. Ni mucho menos. Es lo que se llama ir hacia atrás, una lección sobre pasado-presente-futuro que está en nuestra naturaleza. No empezaré con el rollito de tropezar con la misma roca, piedra o lo que quiera que sea. Dadme las gracias por eso. No, es el hecho de que si tu vida va viento en popa y crees que va a ir mejor cada vez; sabes con certeza (sobre todo si eres una dramas) que algo va a aparecer y lo joderá todo. Bueno, todo no, pero una parte importante.

Así que sí, señores. Esta entrada no sirve para nada, solo para que os quedéis con esa última frase. Y con otra enseñanza personal: si te comes el coco ahora, te vas a comer el coco siempre. Por muy decidida que seas. Amén.



El origen de la ópera


Antes de relatar el origen claro del género operístico, hay que destacar sus antecedentes, porque el arte genera más arte, y todos los géneros que van apareciendo a lo largo de la historia, se deben a desarrollos de ideas anteriores; así es que nada podría existir sin un inicio, pero, ¿cuál es este inicio? Es sabido que el teatro comienza en la Antigua Grecia, con los concursos dramáticos dedicados al dios Dionisio. Por lo tanto, no es descabellado situar el inicio de la unión de la música y el teatro en esta misma época.

            Aristóteles decía que la tragedia griega se desarrolló a partir del ditirambo, alabanza cantada al dios Dionisio que, además, relataba una historia. Estos himnos eran representados por un coro formado por varios hombres de la ciudad de Atenas. Así que, a pesar de que la ópera nació como un género culto, sus verdaderos orígenes son populares.

            Sin embargo, el origen estricto del género se sitúa en Florencia, a finales del siglo XVI, cuando se comenzaron a reunir varios artistas para recuperar el género de la tragedia griega. Debido a la gran lacra de arte dramático en la Edad Media, estos grupos, quisieron renovar el arte para convertirlo en algo superior, un símbolo de la sociedad que se estaba gestando. Uno de eso grupos era llamado “La Camerata Florentina”, en torno al conde Giovanni Bardi, un mecenas italiano de la década de 1570.


A pesar de querer revivir la tragedia, las primeras óperas fueron desarrolladas dentro del género pastoril, de temática amorosa y con la naturaleza como protagonista. Fue en torno al 1590 cuando el compositor Jacopo Peri y el poeta Ottavio Rinuccini crearon “Il Pastor Fido”. Esta unión también generó “Dafne”, considerada la primera ópera de la historia. Por desgracia, solo se conserva el texto, por lo que sabemos que está basada en uno de los mitos de Ovidio relatado en su “Metamorfosis”. Escrito que sería de gran importancia en el posterior desarrollo del género, puesto que muchas de las óperas están basadas en mitos griegos, como “Euridice”, creada por los anteriores para el casamiento de Enrique IV y María de Medici.

ÓPERA BARROCA

La ópera fue una de las primeras creaciones del Barroco, periodo comprendido entre 1600 y 1750 aproximadamente, que comienza con Monteverdi y finaliza con Bach y Haendel. En el ámbito musical, el término Barroco designa el sentido de algo confuso, sobreelaborado y discordante.

            A principios del siglo XVII aparece Monteverdi, uno de los grandes compositores que conseguirá evolucionar en la estructura. Claudio Monteverdi nace en 1567 en Cremona, Italia, ciudad de los constructores de violines. Desde muy pequeño ya componía, pero es en su última época cuando empieza a explorar los sentimientos que genera en la audiencia sus composiciones, y el poder de la música unida al teatro para conmover. Con el estreno de “Orfeo” en 1647, se crea un lugar memorable en este género, y nacen las reglas en la estructura dramática: la orquesta cobra mayor importancia, así como el objetivo de subrayar y reforzar la expresión de la palabra a través de la música. Hay una alternancia de ambientes, los personajes no se sitúan en una sola escena, si no que van moviéndose según la historia, algo semejante a las mansiones en las plazas de los pueblos en la Edad Media, pero sin ser necesariamente alusiones religiosas. El lieto fine o final feliz, que sustituye a los finales trágicos griegos. Y la combinación de recitativos y números de danza o canciones a varias voces.


            Con “Orfeo”, Monteverdi lleva a la máxima expresión su capacidad para levantar pasiones en el alma humana: a través de la utilización de ásperas disonancias y cambios inesperados, intensifica la expresión del dolor. Monteverdi pretendía crear algo nuevo y este Orfeo, es la ópera más antigua representada con regularidad hoy en día.
            En 1608, estrena “Arianna”, de la cual solamente se conserva la partitura del famoso “L’amento de Arianna”:


Otras de sus óperas más conocidas son “Il ritorno d’Ulisse in patria”, de 1641; y “L’incoronazione di Popea”, de 1642, ambas estrenadas en Venecia. Esta última es una de las primeras óperas históricas donde aparecen personajes cómicos, que servirán de contrapunto en las tragedias narradas, y que, a su vez, darán origen a la ópera bufa posteriormente. Monteverdi murió en 1643 dejando al mundo una base de la que partir.

            La ópera era un espectáculo reservado para la nobleza, y la mayoría de las representaciones estaban subvencionadas por nobles locales. En la mitad del siglo XVII, la ópera italiana se extendería por otros países, principalmente París y Viena. En Alemania, el primer teatro de ópera se abrió en Hamburgo en 1678, mientras que en Inglaterra un poco más tarde porque, aunque contó con el apoyo real, se dirigió esencialmente como una empresa comercial a cargo de varios nobles.

            La evolución de la ópera en este siglo, dará lugar a dos tipos dentro del mismo género: la ópera seria, que utiliza argumentos basados en mitos griegos y heroicos escritos en italiano; y la ópera bufa, que utiliza argumentos basados en la vida cotidiana y más cercanos al pueblo, muestra de que cada vez se iba deshaciendo de ese carácter noble y culto que la destacaba al principio.

            La ópera seria es la que continúa las reglas de las primeras óperas, aunque se iría distanciando progresivamente de los ideales de la “Camerata Fiorentina”, para convertirse en un espectáculo lleno de artificios para el lucramiento de los castrati, cantantes masculinos castrados antes de la pubertad para evitar el desarrollo de la voz y mantener el sonido ligero e infantil. Al principio, eran los encargados de cantar las partes más agudas en la música religiosa, pero, poco a poco, lograron que la escena musical de la ópera seria del momento girara en torno a su figura, hasta finales del siglo XVIII. Uno de los castrato más conocidos fue Carlo Broschi o “Farinelli”, contratado en 1737 por la corte española para cantar al rey Felipe V todas las noches. El último castrato fue Alessandro Moreschi, fallecido en 1922:


Los principales compositores de este género fueron AlessandroScarlatti y Georg Friedrich Haendel. Haendel nació en 1685 en Sajona, Alemania. Se le atribuyen un gran número de óperas entre las que se destacan “Julio César” (1724), “Orlando” (1732), “Alcina” (1735) o “Jerjes” (1738).

            La ópera bufa prescinde de los castrati al reflejar una música más sencilla, así como la utilización del idioma del propio país. Su intención al erradicar los elementos de la ópera seria, era la crítica a las clases altas y el acercamiento al pueblo. También se sustituyeron los recitativos por partes dialogadas.

            GiovanniBattista Pergolesi crea en 1733 “La serva padrona”, ópera que marcaría el inicio de esta rama operística. Esta ramificación se extendería de forma popular por toda Europa, creando diferentes versiones en cada país: en Francia, el compositor más destacado será Jean Baptiste Lully, máximo exponente de la tragedia lírica. En Alemania, la ópera bufa dará lugar al “singspiel”, que se desarrollaría en el siguiente periodo. En Inglaterra, sienta sus bases sobre la ópera “Dido y Eneas” del compositor Henry Purcell, pero su prematura muerte impidió la consolidación del género en el país.


            Mientras, en España, el Barroco supone una larga época de decadencia musical, reflejo de la crisis política y económica y de su aislamiento internacional. Pero lo poco que llega, es fruto de la ópera seria italiana y su carácter aristocrático. La primera ópera española conservada fue “Celos aún del aire matan”, con texto de Calderón de la Barca y música de Juan Hidalgo. Pero, al imponer los borbones sus propias compañías y compositores basados en sus gustos, impedirían el desarrollo total del género, apareciendo entonces la zarzuela, género característico del país por excelencia.


            Resumiendo, el Barroco fue una época donde la ópera pudo comenzar a desarrollarse y alcanzó una gran fama internacional, permitiendo que en los próximos periodos se convirtiera en base para muchos otros productos artísticos en los que se unen las composiciones musicales y la palabra recitada como, por ejemplo, el teatro musical.

viernes, 8 de enero de 2016

¿Los tres cerditos?



Querida amiga mía,

No acostumbro a escribirte si no es estrictamente necesario, y sabes que yo no te molestaría por una nimiedad o un simple sueño. Pero te aseguro, querida, que jamás había presenciado algo así. Tú sabes que yo no soy supersticiosa y que no creo en tonterías, sin embargo, hoy he decidido creer en algo más allá de lo que ven mis ojos, dado que en mis ojos no puedo confiar del todo. Lo entenderás cuando acabes de leer los hechos que relato a continuación.
El día comenzó como otro cualquiera, me levanté con el gallo para tener el desayuno listo y luego salí con John a sellar el heno para el mal tiempo (las tormentas cada vez aumentan más por esta zona). Como John comenzó a sentirse mal, lo mandé a casa a tomarse una manzanilla y yo me quedé terminando, sola. Fue entonces cuando me fijé en una sombra enorme escondida entre los troncos de los nogales (¿sabes cuáles te digo? Aquellos que plantamos hace años, cuando se murió el señor Albert), al principio no le presté más atención, lo tomé por un ciervo; pero, en cuanto se movió, pude ver con claridad que aquello era más grande que un ciervo y tenía colmillos, como lo lees, ¡colmillos! Me quedé inmóvil mientras el animal se acercaba, ¡era un lobo gigante! Te juro que jamás había visto un lobo por aquí, no creía ni que existían especies tan grandes en el país. El monstruo abrió sus fauces, mi corazón latía desbocado pero no podía moverme. Y entonces fue cuando pasó, lo más extraño que he presenciado en mi vida: ¡un lobo soplando! Pero soplando de tal manera que la paja que estaba atando voló por los aires y, antes siquiera de darme cuenta de la situación, mis pies se despegaron del suelo y volé, volé y volé... Aún no consigo entender cómo ha pasado todo. Pero he escuchado en el pueblo que esto mismo les sucedió al pequeño Charlie y a Don Gerónimo, el nuevo alcalde. Así que, como los cimientos de la granja se tambalearon y vamos a tardar unos cuantos meses en reconstruírlos, quería pedirte, querida Olga, si nos acogerías en tu casa de la ciudad por un tiempo. Sé que es complicado y que sois muchos, pero John y yo prometemos ayudar y ofreceros las pocas verduras que han sobrevivido al lobo. (Lobo... aún me cuesta creerlo). Creerás que estoy loca, pero ya verás como le darán caza una vez que salga en todos los periódicos. Lo más inaudito, querida, si lo hubieras visto...
Espero verte muy pronto, los mejores deseos y un abrazo,


Peggy Pork